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A raíz de los crecientes cuestionamientos hacia el gobierno de
Carlos Menem, fundados sobre todo en la corrupción y la incapacidad
de combatir el flagelo de la desocupación, fue surgiendo una fuerza
política conformada a partir de un acuerdo entre la Unión Cívica
Radical (UCR) y el Frepaso, una confederación formada por los
partidos Frente Grande, Socialista Popular, Socialista Democrático,
Intransigente y Demócrata Cristiano. En 1997 se concretó esa unidad
mediante la creación de la "Alianza para el Trabajo, la Justicia y
la Educación", más conocida como "Alianza".
De sus filas salió la fórmula Fernando de la Rúa- Chacho Álvarez,
ganadora de la elección presidencial celebrada el 24 de octubre de
1999 con el 48,5 % de los votos, y una ventaja de 10,5 % sobre el
oficialista Eduardo Duhalde.
El 10 de diciembre, la fórmula aliancista asumió el poder en un
clima de esperanza, incluso entre muchos de los que no la habían
votado. Sin embargo, ya desde el discurso de asunción, De la Rúa
comenzó a socavar su base política, anunciando la necesidad de una
serie de subas de impuestos y ajuste de la estructura estatal de
considerable magnitud.
El gabinete de ministros, extremadamente inestable, estuvo
compuesto, entre otros, por José Luis Machinea en el Ministerio de
Economía, Ricardo López Murphy en Defensa, Adalberto Rodríguez
Giavarini en Relaciones Exteriores, Juan José Llach en Educación.
Era un gabinete integrado por radicales, frepasistas e incluso
cavallistas, y con gran cantidad de economistas.
La situación argentina en materia económica y social era muy
delicada: una desocupación que ya superaba holgadamente el 15 % y
que subía implacablemente, inseguridad en las calles, desconfianza
de parte de los mercados financieros internacionales y una
voluminosa deuda externa eran algunos de los principales temas
urgentes a tratar en la agenda del gobierno.
Desde el Ministerio de Economía se habían trazado ciertas medidas
financieras, tendientes a encauzar el déficit fiscal, buscando
principalmente el beneplácito del Fondo Monetario Internacional
(FMI) para adelantar un nuevo empréstito. El gobierno se comprometía
a mantener la Ley de Convertibilidad, que ordenaba que un peso
tuviera el valor de un dólar.
A partir de febrero de 2001 grandes flujos de fondos empezaron a
abandonar el país. Al mes siguiente asumió como Ministro de Economía
López Murphy, pero fue repudiado por la oposición, e incluso por los
propios radicales, al anunciar el arancelamiento universitario. Tras
la renuncia de López Murphy, y en una sorprendente decisión, el
gobierno nombró como Ministro de Economía a Domingo Cavallo, hasta
entonces identificado por la opinión pública como un símbolo del
gobierno de Menem.
El 1 de diciembre de 2001, Cavallo toma la decisión de imponer
el corralito, un paquete de medidas económicas que impuso
una bancarización total de la economía, mediante la prohibición de
extraer dinero en efectivo depositado en bancos públicos y privados.
Esta medida, que afectó en gran medida a las clases medias, sumó
apoyos en los mercados y organismos financieros internacionales,
pero la población comenzó a manifestar un enorme descontento.
Hacia mediados del mes de diciembre se produjeron algunos estallidos
entre las clases populares de algunas ciudades de las provincias,
llevados adelante por los denominados piqueteros.
Concretamente, varios comercios de zonas empobrecidas del interior
del país sufrieron saqueos por parte de sectores de la población
desocupadas e indigentes.
Algunos analistas políticos atribuyen estas revueltas a un plan
desestabilizador orquestado por algunos líderes del Partido
Justicialista.
A partir del día 19 de diciembre de 2001 se produjeron las
manifestaciones populares conocidas como el cacerolazo, en las que
la gente se agrupaba golpeando ruidosamente cacerolas. Durante ese
día se produjeron graves disturbios y revueltas sociales en
diferentes puntos de país, con epicentro en la ciudad de Buenos
Aires. Durante los graves enfrentamientos entre manifestantes y
efectivos policiales, de los cuales fueron los más violentos los que
tuvieron lugar en las inmediaciones de la Casa de Gobierno,
perdieron la vida al menos 5 personas.
Frente a este panorama, el presidente decidió anunciar por cadena
nacional que había decretado el estado de sitio, que suspendía las
garantías constitucionales de los ciudadanos. Espontáneamente, miles
de personas se lanzaron a las calles, disgustados con las recientes
medidas civiles y económicas. Pacíficamente, la población manifestó
su descontento durante toda la noche, mientras la policía intentaba
alejarlos de la Casa de Gobierno, utilizando gas lacrimógeno; esa
noche renunciaba el Ministro de Economía Domingo Cavallo.
El día 20 de diciembre se produjeron nuevos enfrentamientos entre la
policía y los manifestantes reunidos en la Plaza de Mayo, frente a
la Casa de Gobierno, y en otros puntos del país. Esta vez, se
calcularon en 30 los muertos por los diferentes enfrentamientos.
A las 4 de la tarde, visiblemente debilitado, el presidente
pronunció un discurso por televisión convocando a la "unidad
nacional" y ofreciendo al justicialismo cogobernar el país. Ante la
respuesta negativa de parte de éste y la enérgica repulsa popular,
el presidente Fernando de la Rúa presentó su renuncia.
Sucesión de De la Rúa
Asume la presidencia de la Nación en forma interina el presidente
provisional del Senado, Ramón Puerta. El día 23 de diciembre se
reúne la Asamblea Legislativa, que nombra como presidente
provisional de la Nación al hasta entonces gobernador de la
provincia de San Luis por el Partido Justicialista, Adolfo Rodríguez
Saá. En su discurso en el Congreso de la Nación, el flamante
presidente anuncia el "default", o cesación de pago de las
obligaciones por préstamos a los diferentes organismos
internacionales de crédito, y a particulares que tuviesen en su
poder títulos de la deuda pública argentina.
Una serie de nuevos enfrentamientos, en Casa de Gobierno y en el
Congreso Nacional entre algunas facciones más radicales de los
manifestantes que continuaban acercándose a los edificios de
gobierno, y las fuerzas de seguridad, ponen nuevamente en jaque la
estabilidad de este nuevo gobierno. Se oyen repulsas contra los
miembros de la Corte Suprema de Justicia, contra miembros del nuevo
gabinete, y contra senadores y diputados, que no contaban con el
apoyo popular. El lema más recordado de los manifestantes era el
"que se vayan todos", que resumía el descontento que sufrían las
gruesas mayorías de la población, respecto de la clase dirigente.
Algunos enfrentamientos tuvieron lugar dentro del palacio del
Congreso de la Nación y se produjeron pequeños incendios y rotura de
cristales y mobiliario. Sin el apoyo de importantes gobernadores,
aún de algunos de su mismo partido político, el efímero presidente
de la Nación, Rodríguez Saá decide presentar su renuncia al cargo,
hacia el día 30 de diciembre.
Asume la presidencia en forma interina el hasta entonces presidente
de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. El Partido Justicialista
propone a Eduardo Duhalde como presidente provisional. El 31 de
diciembre la Asamblea Legislativa aprueba la propuesta por gran
mayoría, y Duhalde asume el cargo el día 2 de enero de 2002. Pocos
días después de su acceso al poder, el nuevo primer mandatario
dispuso sus primeras medidas para hacer frente a la crisis
económica: abandono del tipo cambiario fijo, devaluación del peso,
pesificación de la economía (incluidos depósitos bancarios) y la
distribución de planes sociales para atenuar los efectos de una
economía en recesión y había incrementado la pobreza e indigencia
hasta índices nunca vistos antes en la Argentina.
En abril de 2002, el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov,
dimitió ante las protestas suscitadas por el denominado "Plan
Bonex", que preparaba junto a Duhalde para canjear por bonos de
deuda pública los depósitos bancarios a plazo inmovilizados. Los
demás miembros del gabinete pusieron también sus cargos a
disposición del presidente, el cual aceptó, entre otras, la renuncia
del jefe de gobierno, Jorge Capitanich, y designó titular de
Economía a Roberto Lavagna; quien anunció que no se produciría el
retorno a un tipo de cambio fijo (siguiendo así las recomendaciones
del
FMI)
y que persistirían las restricciones bancarias. El gobierno vio
cumplidos algunos de sus principales objetivos en junio: el Senado
derogó la llamada Ley de Subversión Económica, se acordó un pacto
fiscal con los gobiernos provinciales para reducir en un 60% su
déficit, y se dispuso un nuevo Plan Bonos. Pero el eje del
programa gubernamental, cumplir las exigencias del FMI para
recuperar su ayuda económica, generó todo tipo de actitudes
opositoras y agudizó la conflictividad social. Pese a que la crisis
continuó, el gobierno intentó normalizar progresivamente el sistema
financiero; en noviembre de 2002, casi un año después de su
implantación, finalizaron las restricciones para retirar efectivo de
cuentas corrientes (acababa así el llamado "corralito"), y en
marzo de 2003 se levantaron las limitaciones para retirar fondos de
depósitos a plazo fijo (el denominado "corralón").
El 26 de junio de 2002, se produce la Masacre de Avellaneda en el
que el gobierno nacional ordenó la represión de una manifestación de
grupos piqueteros. Ante este hecho Duhalde anticipó seis meses el
llamado a elecciones presidenciales y anunció que no iba a volver a
presentarse. |
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